“Amenaza para la seguridad”

Sí, estimados lectores. Así como lo leen. Cuando la propia seguridad está amenazada, la situación es gravísima. Pero así lo copian del inglés (safety hazard) nuestros amigos los encargados de la redacción noticiera televisiva, radial y periodística.

Digamos, en primer lugar, que toda amenaza o peligro afecta la seguridad, ya sea personal o colectiva. Si aceptamos esta premisa, damos por sentado que sobra la segunda parte de la frase —“para la seguridad”—, y no solamente en nuestro idioma sino también en el inglés: en esa lengua basta y sobra con hazard o danger, y en la nuestra con amenaza o peligro. Cuando se presentan circunstancias inseguras o deficiencia de protección, es porque hay, ipso facto, amenazas o peligros, por lo que no hace la menor falta insistir en lo que viene a ser una absurda redundancia.

Sin embargo —vale repetirlo—, seguimos incurriendo en la mala costumbre de copiar los errores ajenos, como si no nos bastaran los propios.

Lo cual nos conduce al análisis traductoril1 de security y safety , que tantos entresijos presenta debido a que los términos no están, en español, tan claramente deslindados como en inglés.

Si bien resulta claro que security equivale casi invariablemente a seguridad, no se da el mismo caso con safe y safety, que también se traducen con protección, con estar o ponerse a salvo, o con cautela, cuidado, según el caso.

Veamos algunas equivalencias:

El tema trae a colación la influencia del hodierno estilo anglo en el discurso hispano, que no se puede calificar sino de nociva, producto de la pereza. Pongamos por ejemplo las frases simplistas y redundantes que están de moda (las negritas destacan voces repetidas), con sus equivalentes en nuestra lengua:

Las reiteraciones y la vacua palabrería que constituyen el multimediático pan cotidiano van a contrasentido del estilo de expresión que caracteriza a la cultura hispánica y a las lenguas occidentales en general. Tal estilo se basa fundamentalmente en la variedad y escorzo conceptuales y en la amplitud de vocabulario, en la hondura de pensamiento y la diversidad de puntos de vista, factores vitales que estimulan el intelecto y, por ende, el cabal conocimiento de los temas que se pretende analizar.

Si no, descendemos con toda seguridad y sin el menor peligro al nivel de un escolar de tercer grado, es decir, a un bajísimo común denominador, cosa de no incurrir en discriminación al amenazar la capacidad intelectual de ningún grupo desfavorecido o, acaso, desprotegido.

P.D. Por estos días la prensa sigue traduciendo “Labor Day” con “Día del Trabajo”. Pues no: es una jornada “sin trabajo”, “de descanso”, o más precisamente, “Día de los Trabajadores”.


1 Aunque es voz ausente del Diccionario de la Lengua Española, tal vez debería estar registrada en él, ya que aun cuando traductor figura como adjetivo, la voz no siempre se presta para desambiguar el sentido. Y la voz sigue el modelo de otros sustantivos cuyos adjetivos se forman con el sufijo il, como monjil.