Aspectos “sospechosos” y “diurnos”

El inglés tiene la tendencia —digamos, por el temor a veces exagerado a litigios— a calificar de “presunto” o “sospechoso” al involucrado en un delito o hecho enjuiciable, tratándose incluso de acusados o de víctimas.

Primero, si alguien es víctima de un atentado o robo, a resultas de lo cual sufre perjuicios o lesiones, mal podríamos calificarlo de “presunto”, ¿no? (excluyamos a los pretensos que hacen reclamaciones ficticias). Y si alguien ha sido encausado o enjuiciado por determinado hecho delictuoso deja de ser “sospechoso”, ya que pasa a ser “acusado”. En calidad de tal, nadie lo calificaría injustamente de “culpable” ni “sentenciado” hasta tanto así lo dictaminaran los tribunales.

Lo único “sospechoso” en estos casos es precisamente el hecho de calificar de tal a quien obviamente es acusado, víctima o indiscutiblemente delincuente o criminal, máxime si ha confesado. No creemos que ningún malhechor vaya a interponer demanda por desprestigio a quien dé una noticia veraz sobre hechos de público conocimiento.

Tiempo severo. De inaudita hay que calificar a esta frase, jamás pronunciada por labios netamente hispanos. Obviamente, es mímesis de “severe weather”, que en castellano corriente y moliente equivale a tempestades, borrascas, turbonadas, (fuertes) tormentas; si hubiera que hablar del “estado del tiempo”, siempre podría calificarse de “malísimo” o “espantoso”.

Al final del día”. Es curioso que esté de moda esta locución, que evidentemente ha sido copiada a la letra de “at the end of the day”, y que en la cultura angloamericana significa “al fin y al cabo”, “en resumidas cuentas”, etc. Por cierto, no hace falta mucha investigación para determinar que entre los anglohablantes la voz day es un comodín que vale para absolutamente todo.

Entre sus múltiples acepciones figuran las siguientes: un acontecimiento cualquiera, ya sea bueno o malo; una ocasión especial, favorable o desfavorable; una jornada pesada o ligera (“a long/easy day”); un hecho luctuoso o lamentable (“a bad/sad day”); un logro festejable o importante (“a big day”); una notable pérdida o ganancia (“unfortunate/lucky day”) y, en fin, el estado del tiempo, ya sea de sol o nublado (“a nice/cloudy day”). Si bien apreciamos lo positivo del medio en que vivimos, el uso de una sola palabra para tantos y tan diversos significados acusa escasez de vocabulario y una tendencia a reducirlo todo al menor denominador común.

El hispano, en cambio, va por otros rumbos. Se inspira cuando la ocasión lo merita y se expresa con más elegancia y riqueza de vocabulario, diciendo, en casos positivos, “¡estamos de fiesta!”, “¡celebremos el acontecimiento!”, “¡qué felicidad!”, “será fecha memorable”, “¡qué jornada!”, etc. Y si el hecho es negativo, pues “es una pena”, “¡muy lamentable!”, “luctuosa ocasión”, etc. Claro que también es posible introducir “día” u otro aspecto del tiempo (“en mala hora”), pero no exclusivamente.

Este lunes, martes, etc. Insistimos en la crítica. En español no es tradicional referirse a “este lunes” si se trata del mismo día que transcurre, ya que tal expresión confunde al poder referirse al pasado, al presente o al futuro (o a cualquier lunes al que ya se haya hecho referencia); por el contrario, se dice “hoy lunes”, y si la referencia es al día siguiente o anterior, “mañana (nunca “este”) lunes” o “ayer (nunca “este”) lunes”. El adjetivo deíctico este/this, empleado invariablemente por los presentadores noticieros, es ambiguo e improcedente en ambos idiomas.

En fin, que la psicología del idioma es una manifestación de la cultura y nos conduce a “sospechar” que a veces somos “víctimas” del deslumbre provocado por las “jornadas solares” de la sociedad en que vivimos, y por sus curiosas, “diurnas”, obsesiones.