Excusas sin pretextos… Ni disculpas

¿Desde cuándo se dan tantas EXCUSAS? Pues desde que se copia el cognado inglés excuse, sin ningún PRETEXTO.

Por cierto, pido DISCULPAS por entrar a deslindar tales sutilezas, pero no puedo excusar a los delincuentes, que apenas podríamos llegar a culpar o condenar, puesto que no son demasiados… ¡sino una abrumadora mayoría! Y si todos delinquen, pues el delito deja de serlo para convertirse en norma. Y cuando la norma, por execrable que fuere, se arraiga, ya lo anormal, por erróneo que sea, viene a ser faltarle a ella (la norma).

Por eso nos encontramos tan a menudo con titulares por el estilo de “El ministro dio la excusa [léase pretexto] de carecer de información para tomar las medidas del caso”; o “el policía lo detuvo con la excusa [entiéndase pretexto] de sospechas de contrabando”.

Aunque bien clara está la tendencia a suplantar pretexto con excusa, lo que naturalmente se produce muy a menudo por la deficiente —vale decir literal— traducción de noticias, por no hablar ya de múltiples otros textos que afortunadamente no se difunden tanto. Así, como la excusa es inexcusablemente —perdón por tan alevosa redundancia— cosa de todos los días en la prensa escrita y aérea en el mundo hispanófono en general, vale la pena ahondar un poco en el tema.

Vamos al grano. Habiendo expuesto el conocimiento de causa, vamos ya al razonamiento que nos puntualiza el trasfondo. Si nos atenemos al diccionario, hay una clara diferencia entre pretexto y excusa. También en inglés, por cierto. Porque pretext equivale exactamente a pretexto; lo que pasa es que los anglohablantes, tan propensos como son a limitarse al vocabulario más exiguo, al lenguaje más corriente posible, al menor denominador común, toman la decisión consciente (aunque últimamente es prácticamente inconsciente) de no usarlo. Bueno, problema de ellos. Como decíamos, según el catálogo del idioma pretexto es (parafraseamos) “motivo o causa simulada o aparente que se alega para hacer algo o dejar de hacerlo”.

En cambio, excusa, en su primera acepción y casualmente la más común (lamentablemente no siempre es así,) es “exponer y alegar causas o razones para sacar libre a uno de la culpa que se le imputa”.

Entonces, caemos en la cuenta de que pretexto es una cosa y excusa es otra. Como lo indica su prefijo, pretexto viene a ser generalmente —aunque no invariablemente— lo que se dice o se alega a priori a fin de justificar algo que se quiere hacer o dejar de hacer. En cambio, excusa es precisamente lo contrario: algo que se afirma o expone a posteriori a fin de exonerar de culpa o responsabilidad.

Lo cual nos conduce, en última instancia, a la disculpa, que es lo que se da después del pretexto y la excusa. No habiendo surtido el anhelado efecto exculpatorio ninguno de los dos —o sea ni el pretendido pretexto en un principio dado ni la excusa ofrecida por el hecho consumado, ya fuera error u omisión— el responsable se disculpa. Es decir, da razones que tiendan a conseguir indulgencias, a perdonarle o mitigar su culpa.

Así que DISCULPEN, estimados lectores, si con el propósito —que no PRETEXTO— de propender a la precisión del lenguaje no EXCUSO a los que, chabacana y despreocupadamente, subvierten el verdadero significado de las palabras. Es, a más de anglófila, actitud totalmente INEXCUSABLE.

P.D. Ya sé lo que están pensando. Tras el pretexto, la excusa y la disculpa, cuando ya nada da resultado, se recurre a la misericordia a fin de conseguir en última instancia lo que ya sabemos: el PERDÓN.