¡So copiones!

So bestia, piensa bien lo que dices! No, no, estimado lector. Es claro que no me dirijo a usted. Es tan solo un ejemplo del empleo correcto del SO. Porque, lógicamente, el ¡so! dirigido a la bestia, al caballo, a la mula, le ordena detenerse. ¿No es así? (Otra cosa es que la bestia obedezca.)

Bueno, pues no, porque ahora resulta que el so, en la última moda angliparla, ha asumido otra acepción. Al menos entre los hispanohablantes más próximos a regiones anglófonas y por consiguiente más influidos por ese idioma. Si no lo han adivinado, es el so inglés, que significa “así que”, “de modo que”, “por eso”, “por consiguiente” y otras lindezas por el estilo. Total, algo completamente distinto de lo que para nosotros significa.

Es cierto que la mayoría de las veces se oye en el curso de la conversación y, como es tan breve, casi pasa inadvertido (sobre todo para los espanglohablantes). Pero no nos extrañaría que, en un pestañazo, se deslice por escrito en algún órgano de prensa que se dé por reputable. Y lo cierto es que ya se escucha con cierta frecuencia en entrevistas televisivas, en boca de quienes no nos lo esperábamos.

En vista de lo cual ahora ya no podremos usar el so español, ni de palabra ni por escrito, sin que todos se pregunten en cuál sentido lo empleamos: anglo o hispano. Nada, que habrá que descifrarlo según el contexto y acaso desempañar la bola de cristal.

Esperamos que no se confunda con el soo inglés (pronúnciase “suu”), ya que es voz usada para dirigirse a los cerdos. ¡Vaya enredo, pues nosotros lo usamos para la caballería!

So pena (sujeto a la pena, castigo) de que me “excomulguen” los santos sacerdotes del “mixtilingüismo” —yo les llamo “idiodemagogos”— so pretexto (con el pretexto) de desconocer las reglas (¿?) del espanglés (mucho mejor que espanglish, voz engendrada precisamente por esa nefanda combinación de idiomas) voy a atreverme a SO-bornar a quienes lo usen ofreciéndoles una recompensa por no emplearlo. ¿Que cuál recompensa? Pues la del reconocimiento de hablar como se debe el idioma de Cervantes, ¡nada menos!

Entonces, los so copiones van a llegar a la conclusión de que pierden el tiempo en su pretendida subversión (¿”so-versión”?) del español, puesto que, so capa (bajo pretexto, con la “pantalla”) de que resulta más fácil y práctico mixtificar (falsear, falsificar, deformar, insinuando a la vez mixtura, mezcla) los idiomas, ya les va a costar más trabajo conseguir su vitando objetivo.

Otra clase de so (también es aceptable sio, y generalmente entre signos de admiración) es el empleado para mandar callar: “¡so, que no se oye al orador!”. Lo cual no estaría mal gritarle a quien pronuncia el so con valor anglo.

Claro que, como ya insinuamos, uno de los usos más comunes de so en español, con carácter coloquial o informal, es el de potenciar (¡no “empoderar”, por favor!) o intensificar la cualidad que se indica inmediatamente después: ¡So burro, so animal [a quien le sirva el zapato que se lo ponga], así no se habla!

Así que ya saben, so copiones, a evitar el so con significado anglo, so pena de castigos idiomáticos hasta ahora indeterminados, ¡pero SO-berbiamente merecidos!